TENÉIS QUE OÍRME
YO fui cantando errante,
entre las uvas
de Europa
y bajo el viento,
bajo el viento en el Asia.
Lo mejor de las vidas
y la vida,
la dulzura terrestre,
la paz pura,
fui recogiendo, errante,
recogiendo.
Lo mejor de una tierra
y otra tierra
yo levanté en mi boca
con mi canto:
la libertad del viento,
la paz entre las uvas.
Parecían los hombres
enemigos,
pero la misma noche
los cubría
y era una sola claridad
la que los despertaba:
la claridad del mundo.
Yo entré en las casas cuando comían en la mesa, venían de las fábricas, reían o lloraban.
Todos eran iguales. Todos tenían ojos hacia la luz, buscaban los caminos. Todos tenían boca, cantaban hacia la primavera. Por eso yo busqué entre las uvas y el viento lo mejor de los hombres.
Ahora tenéis que oírme.
(Prólogo del libro «Las Uvas y el Viento» de Pablo Neruda)